"Cuando nos obliguen a subir el gasto militar al 3%, aquí van a tener que tributar hasta los muertos"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del viernes 14 de febrero

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Estamos muy pendientes del estado de salud del Papa, que está ingresado por una bronquitis en el hospital Gemelli de Roma. Te iremos contando cualquier novedad.

Feliz día de San Valentín a todos. Y no quiero sonrisitas, eh. No seamos cínicos en el amor, porque no hay nada en la vida más valioso, y el que lo probó lo sabe. Por desgracia yo no puedo hablar ahora de amor, sino de guerra. Y en concreto de la guerra de Ucrania. Ya sabes que Trump está decidido a terminarla rápido, imponiendo unas condiciones de paz pactadas con Rusia que marginan olímpicamente a Europa. A la que ha vuelto a amenazar además con la guerra arancelaria como represalia por el IVA.

Y precisamente hoy empieza en Múnich la Cumbre Internacional de Seguridad, y ha dicho el presidente de Estados Unidos que allí está prevista una reunión entre representantes de alto nivel de Estados Unidos, de Rusia y de Ucrania. Pero Zelenski, después de ver las humillantes condiciones que pactaron Trump y Putin a sus espaldas, dice que no tiene nada que hablar con el invasor si no se tienen en cuenta los intereses ucranianos, claro. Y es lógica su indignación, porque el preacuerdo que conocemos incluye la renuncia de Ucrania a parte de su territorio, la convalidación del derecho de conquista de Putin, el veto a la entada en la OTAN y la renuncia de Estados Unidos a defender militarmente la frontera. Es verdad que luego el vicepresidente Vance ha matizado en una entrevista esta posición tan rusófila de su jefe Donald, porque ha amenazado con imponer sanciones e incluso con acciones militares para presionar a Putin a que firme la paz. Quizá están jugando al palo y la zanahoria con el oso ruso, que se conoce ese juego mejor que Washington porque se crio en la KGB.

Esperamos a ver qué sale de esta Cumbre muniquesa, que por cierto arrancó con el atropello masivo de varios manifestantes en el que no se descarta el móvil terrorista. Lo que está claro es que a partir de ahora y en los próximos meses, y años, los gobiernos europeos van a tener que desplegar una intensa labor de pedagogía. Van a tener que despertar a los adormecidos ciudadanos de la Unión Europea y explicarles que el mundo ha cambiado. Que la libertad no es gratis, y la protección del amigo americano durante las últimas siete décadas está tocando a su fin. Que hoy los americanos ya no desembarcarían en Normandía, porque les interesan más las playas del Indo-Pacífico. Que nos estamos quedando solos ante la amenaza imperialista de Vladimir Putin. Y armar un ejército capaz de hacerle frente es caro, y debe salir de nuestros presupuestos y de nuestros impuestos y de los recortes en otras áreas. Europa debe tomarse en serio la carrera por su autonomía estratégica: en defensa, en energía, en inteligencia artificial. Porque ahora mismo no estamos sentados a ninguna mesa importante. Y como dice Borrell, en la geopolítica cuando no estás sentado a la mesa es porque formas parte del menú. Somos la comida de Trump, Putin y Xi Jinping.

Los europeos debemos salir cuanto antes de la fase de negación en la que estamos instalados. Algunos más que otros. La historia y la geografía de los polacos o los nórdicos o los bálticos les invita a tomarse en serio la amenaza. Pero me temo que en esta apartada y soleada península estamos a otras cosas. A cosas como satisfacer las paranoias de Puigdemont o asistir a los arañazos entre Yolanda Díaz y María Jesús Montero a cuenta de la tributación del salario mínimo. Mira, cuando nos obliguen a subir el gasto militar al 3%, aquí van a tener que tributar hasta los muertos.

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