Cáritas lamenta la muerte de personas 'sin hogar' a causa de 'Filomena' y recuerda que 'no tener casa mata'
El sinhogarismo, recuerda la ONG de la Iglesia, es la mayor y más grave vulneración del derecho humano a la vivienda que puedan sufrir las personas
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Cáritas ha lamentado las muertes que se han producido en los últimos días de las personas 'sin hogar' como consecuencia del temporal de frío extremo que asola la Península Ibérica desde hace varios días. Por este motivo, la ONG de la Iglesia española ha emitido un comunicado condenando estos hechos.
"Estos días de intenso frío, de Filomena, nevadas y heladas, nos dejan muchas escenas de alegría, lanzamiento de bolas de nieve, trineos y esquíes nunca vistos en el centro de las ciudades. Al mismo tiempo esa cara tiene una cruz, y lo que para algunas personas supone una pausa emocionante y divertida en una realidad difícil enmarcada en la pandemia que sufrimos, en el caso de las personas que no tienen donde resguardarse y protegerse, las personas en situación de sin hogar, es sinónimo de peligro, vulnerabilidad e incluso en casos extremos, de muerte.
Lamentablemente las personas sin hogar son noticia estos días, sin quererlo, porque han fallecido varias de ellas al estar en situación de calle frente a un frío y heladas nunca antes vistas y, sobre todo, son vidas perdidas por no disponer de un hogar donde protegerse y cuidarse.
Parece que justo en lo más duro del crudo invierno cuando recordamos que hay miles de personas que no tienen una vivienda, que se encuentran en la calle, o en una chabola en la Cañada Real sin calefacción ni electricidad, o son desahuciadas… Y todas ellas tienen en común lo mismo, además de verse acosadas por el frío, y es que no pueden acceder y disfrutar de un derecho humano tan básico como el de una vivienda adecuada. Porque no debemos olvidar que el sinhogarismo, al fin y al cabo, es eso: la mayor y más grave vulneración del derecho humano a la vivienda que puedan sufrir las personas. Y por consiguiente, las dificultades en el acceso a otros derechos como la salud, la protección social, la participación, etc.
Estas situaciones tan dolorosas llaman a las puertas de nuestras conciencias sobre todo cuando arrecian el frío o el calor, pero no podemos dejar de mirar este sufrimiento de manera global: como decimos en la Campaña “Nadie Sin Hogar” desde hace ya 28 años, las personas en situación de sin hogar lo están todos los días del año.
Por supuesto no tenemos que renunciar a nuestra empatía y solidaridad en estos momentos de frío extremo, y exigir medidas de emergencia que garanticen un alojamiento, pero quizá si lo que queremos es un cambio real y efectivo, perdurable, que se concrete en una mejora de la vida de las personas que no tienen hogar, debemos ir desarrollando una mirada desde los derechos que contemple las estructuras que sustentan la desigualdad y la exclusión, e ir dejando atrás consideraciones personales y estereotipadas, muchas veces culposas, hacia las personas que carecen de un hogar.
No dejamos de oír estos días que a las personas que lamentablemente han fallecido en la calle se les había ofrecido ir a un albergue y lo habían rechazado, como si de alguna manera su “libre elección” nos salvaguardase la conciencia y nos dejase más tranquilos como sociedad, dejándoles toda la responsabilidad a ellas sobre su situación y casi sobre su muerte.
¿Nos hemos parado a pensar qué puede haber llevado a dichas personas a estar en la calle? ¿Cuánto tiempo llevaban así? ¿Qué tipo de recursos se les ha ofrecido? ¿Querríamos esos recursos y albergues para nosotras, para nosotros?
Disponer de una vivienda adecuada es la primera barrera de protección frente al frío y frente a todo. Cuando proclamamos en voz alta en nuestra campaña de sensibilización que “no tener casa mata”, destacamos esa función vital y social de la vivienda como espacio de protección, donde cuidarnos, acceder y disfrutar de los derechos, donde relacionarnos, donde poder realizarnos como personas.
Cualquier trabajo y acción que desarrollemos con las personas en situación de sin hogar debe tener como objetivo último facilitar su acceso y mantenimiento en una vivienda adecuada cuanto antes. Para ello es fundamental contar con unas políticas públicas comprometidas que apuesten por garantizar el acceso a los derechos humanos (la vivienda entre ellos), y con unos Servicios Sociales públicos fortalecidos y ágiles, con capacidad de dar una respuesta rápida y adecuada a las necesidades de las personas y familias más vulnerables y desprotegidas.
No olvidemos que no es sólo el frío el que mata; matan el olvido y la indiferencia, mata una sociedad que deja fuera de los cuidados y la atención a las personas más vulnerables, y mata sobre todo no poder ejercer el derecho humano a una vivienda adecuada donde poder vivir y protegerse. Por eso debemos apostar y luchar juntas y juntos, comprometidos con una realidad en la que Nadie Sin Hogar sea posible.
Está en nuestras manos, reapropiémonos de la posibilidad y de la esperanza, que nadie nos la quite. Tenemos un gran reto por delante, Nadie Sin Hogar lo es, y sin duda merece la pena".