3ª FERIA DE OLIVENZA

Olivenza volvió a ser Olivenza

Solitaria oreja para El Juli en un festejo lastrado por un pésimo encierro de Zalduendo de muy escaso trapío y nivel de casta.

El Juli durante una actuación pasada en la plaza de toros de Olivenza

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Olivenza volvió a ser Olivenza. Para lo bueno y para lo malo. Caravanas kilométricas para llegar por carretera, los bares a tope, ambientazo en las calles y una riada de gente con su plaza de toros como destino. Hasta lo que ocurrió en el coso recordó a tiempos pasados. Un paseíllo con notable retraso sobre el horario marcado, vomitorios llenos, colas en las filas de los tendidos y torillos anovillados en el ruedo. Lo dicho, Olivenza volvió a ser Olivenza.

El ejemplar que abrió plaza no podía ser más feo. Pitorrito de pitones, sin remate alguno y con una carita de utrero adelantado sin maldad alguna. Nada por fuera y nada por dentro. Se derrumbó durante el simulacro de varas y después Morante, tras ver que no había nada que rascar, volvió a ser el Morante prepandémico. Nada de esfuerzos. Le quitó las moscas para pasaportarlo de una estocada habilidosa. Se agradeció la brevedad.

Estrechito de sienes, lavadito de cara y vareado de carnes apareció el segundo ‘zalduendo’. Se estiró El Juli de capote aprovechando la movilidad de salida. El quite de Julián por chicuelinas tuvo más vistosidad que ajuste pese a contar con el beneplácito de los tendidos. Lo administró en las primeras tandas el madrileño. Sin forzar por abajo, abriéndole los caminos a media altura. Repetía el toro con cierto celo. Lo pasó al natural en una tanda más mandona antes de volver a la zocata. Aquí lo apretó de verdad Juli y hasta ahí llego el toro. En la siguiente serie el animal ya salió más desentendido. Recurrió a las distancias cortas el torero para terminar de apurar las cada vez más renuentes embestidas del de Zalduendo. Con su habitual estilo, El Juli dejó una estocada casi entera y un punto desprendida que provocó un feo derrame y una muerte fulminante. Se pidió con poco convencimiento una oreja que acabó concediendo de forma dadivosa el palco.

Tuvo más cuerpo que cara el tercero. Perdió pronto las manos, como el celo al capote de Emilio de Justo. No se definió en los primeros tercios el toro. Lo hizo cuando el cacereño le presentó la muleta. Embistió con nobleza y ritmo en el inicio de faena. Acompañando con la cintura, descolgado de hombros, templando la embestida y rematando con el de pecho a la hombrera contraria. Y la plaza respondiendo al toreo de Emilio. Utilizó la zurda con sutileza para tocar en el momento oportuno y embarcar la noble embestida del toro. Largos los muletazos y limpia la composición. Cuando comenzó a fallarle la correa al toro, se lo sacó a los medios para robarle una última tanda postrera a base de ganarle el paso y la acción entre muletazo y muletazo. Faena larga que no terminó de ser rematada con la espada. Dos pinchazos antes de una estocada trasera y caída redujeron el premio final a una ovación que supo a poco.

Con la salida del feísimo cuarto llegaron las lógicas protestas del público. Olivenza, hay recordar, es plaza de segunda aunque algunos no lo apliquen y respeten. El animalejo de Zalduendo además fue otro astado ayuno de casta y fortaleza que entró por dos veces al caballo sin mucho sentido mientras Morante se encogía de hombros y el presidente aducía un supuesto defecto en la vista para asomar el pañuelo verde. En fin… Olivenza.

El sobrero había cumplido los cuatro años el mes pasado. Y para más inri, no mejoró el panorama. Manso en el caballo y blando de remos. Quiso estirarse Morante y la gente jaleó más lo que se intuía que lo que realmente sucedía. Con semejante semoviente, todo quedaba muy matizado pese a la voluntad del torero por justificarse y agradar. Morante en versión estajanovista, quién nos lo iba a decir… Lo avió de una estocada contraria previo pinchazo.

El quinto fue otro animal de ínfimo trapío que se pegó una fuerte costalada en forma de voltereta cuando El Juli lo recibía de capote. Su paso por el caballo fue más que testimonial, ya que la puya solo señaló un arañazo sobre su anatomía. El toro, siempre al límite de rajarse, tuvo nobleza y humillación por ambos pitones. Lo aprovechó el madrileño en una faena más técnica y de fondo que vistosa. El secreto, no dejarle ningún resquicio al toro para que huyese a tablas. Un final de cercanías ya con el 'zalduendo' rendido al imán julista provocó el delirio de los tendidos de sol. Pero esta vez se atascó la espada. Dos pinchazos previos a una estocada casi entera no dejaron redondear el triunfo a Julián, que salió a saludar una ovación.

Hasta dos vueltas de campana se pegó el toro que cerró plaza, el mejor hecho del encierro. Lo midieron en el caballo, pero ni con esas. Volvió rumbo a chiqueros. Tras el numerito de los cabestros, el sobrero salió casi a las ocho de la tarde. Dos horas y media después de la hora de inicio del festejo.

Lo que asomó después por chiqueros, con el público ya en plan pasota, sobrepasó el límite de los permisible. Un animal sin trapío alguno, por debajo de la presentación que lucieron muchos de los novillos lidiados en días anteriores. Un saldo ganadero en toda regla a inicios de marzo. Del peto salió el de Zalduendo perdiendo las manos en un par de ocasiones y con una querencia a tablas más que evidente. A media altura lo intentó cuidar Emilio de Justo, mas el toro no quería batalla. Y ya se sabe: dos no discuten si uno de ellos no quiere. No se comprendió el empeño del de Torrejoncillo en seguir insistiendo en medio de las lógicas protestas del personal. Se lo quitó de en medio de una estocada baja de la que salió el toro rodado.

Olivenza (Badajoz), sábado 5 de marzo de 2022. 3ª de Feria. Lleno de ‘No hay billetes’

Toros de Zalduendo, el cuarto y sexto como sobreros. Mal presentados y feos de hechuras. Conjunto manso, descastado y flojo. Con más prestaciones el lote de El Juli, segundo y quinto.

Morante de la Puebla, silencio y saludos.

Julián López ‘El Juli’, oreja y saludos.

Emilio de Justo, saludos y silencio.

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