3ª CORRIDAS GENERALES

Perera malogra con la espada un auténtico despliegue de autoridad en Bilbao

El extremeño corta una oreja a su primero y se deja el triunfo con la espada en el cuarto tras una faena plena de mando.

Natural de Miguel Ángel Perera durante la faena al primer toro de Fuente Ymbro en Bilbao

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El remate de un impropio y feo metisaca en los bajos demeritó el absoluto alarde de autoridad y valor que Miguel Ángel Perera hizo hoy en Bilbao ante un complejo y violento toro de Fuente Ymbro, del que, de no mediar ese fallo con la espada, hubiera cortado, a buen seguro, dos orejas más a sumar a la que ya paseó en el turno anterior.

Pero, con premio o sin él, tan sincera y auténtica faena merece un análisis y un reconocimiento especial, pues puede ser una de las más importantes de la temporada de 2023 por el emocionante despliegue de valor sereno del torero extremeño para imponerse a un animal de seca casta y con unas reservadas y siempre peligrosas embestidas.

Aunque terciado de volumen y muy bajo de alzada, el de Fuente Ymbro imponía tanto por su descarada y aparatosa cuerna, astifina desde la cepa, como por la forma de intentar herir con ella, arrancándose sin emplearse y muy en línea recta, cuando no ciñéndose con claro peligro, y siempre después de escarbar amenazante para intentar amedrentar al matador.

Claro que eso no sucedió, porque, muy al contrario, Perera se asentó sobre el pardo ruedo bilbaíno con una férrea voluntad, para no solo aguantar los escalofriantes arrones del animal sino también para gobernarlos y someterlos con una total autoridad, sin dejar nunca que el cornalón consiguiera su propósito de desbordarle o levantarle los pies del suelo.

La faena, además, fue larga, pero no por ello perdió nunca esa intensidad que el diestro pacense le puso a cada embroque y a cada pase, hasta arrancar incluso una serie de naturales de inmensa verdad y hasta una especie de noria en la pala del pitón antes de irse a por esa espada de acero que, con el toro sin fijeza en el cite, cayó tan baja como el entusiasmo provocado por tan heroico trasteo.

Antes, había paseado una oreja por una faena también de sólida expresión a un primero de corrida noble y manejable, aunque sin gran recorrido en sus arrancadas, y que acabó perdiendo celo frente a la exigente firmeza de la muleta de un Perera al que finalmente acabaría yéndosele de las manos la que hubiera sido una más que justa salida a hombros.

El toro de mejor condición, por su forma de ir a más en profundidad y clase, fue el segundo, al que Juan Leal, que entró en la corrida sustituyendo a Daniel Luque, abrió faena con unos pases cambiados de rodillas en los medios para dilatarse después entre dientes de sierra, a veces intenso, otras liviano, alternando ortodoxia y alardes, sin lograr más que una sola tanda con la izquierda a la altura de un astado para el que algunos pidieron la vuelta al ruedo.

Tampoco acabó el francés de dar con la tecla del quinto, muy medido de fuerzas pero con una embestida descolgada que solo pedía una ayuda y un equilibrio que, entre constantes probaturas y con desaconsejadas exigencias muleteras, nunca llegó.

Y el lote más deslucido fue el de Leo Valadez, pues ambos se defendieron rebrincados, cabeceando y punteando las telas del mexicano, sobre todo el tercero, que fue, con creces, el toro de más trapío de la corrida. Y con ambos puso el joven torero americano un empeño sin mayores resultados positivos que alguno de los típicos quites de la variada escuela azteca.

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