'Crónicas perplejas' y el agradecimiento del equipo de 'Herrera en COPE': "Salud y gracias"

Antonio Agredano en 'Crónicas perplejas' habla sobre el equipo de 'Herrera en COPE' y la fiesta de celebración en Sanlúcar

'Crónicas perplejas' y el agradecimiento del equipo de 'Herrera en COPE': "Salud y gracias"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Nunca me he fiado de las personas que no beben. No querría hacer yo una oda a los espirituosos ni a los bolingas, todo es mejor con moderación, pero lo confieso, siempre que he quedado con alguien y, por gusto, no por salud, ha preferido un refresco, un Kas naranja, a una copa de vino, me ha intrigado y me ha hecho mirarlo así con los ojos achinados, que es como se mira a quien no te parece de confianza.

Pero miren qué cosas, las vueltas que da la vida. Con el tiempo, he descubierto que hay algo peor que la gente que no bebe. Os lo prometo. Aunque os pueda sonar extraño. De verdad: hay algo peor que la gente que no bebe. Y es la gente que controla. Que bebe, pero que controla. Gente inquietante que es capaz de parar. Que en un ejercicio imposible para mí. O sea, yo veo a un saltador de pértiga saltar seis metros y digo: si me pongo, lo hago. Ahora bien, yo veo a alguien decir, en una noche, en un pub de puretas, dándolo todo con Hombres G, polos rosas y pantalones chinos caquis, ya os podéis imaginar, pues llega un colega y dice: no voy a beber más hoy ya, que estoy poniéndome pesado y se pide un agua. Yo pienso: no es real. Cómo se hace eso. Montar un cohete de la NASA, me pongo, y lo hago. Ir al Ikea un sábado por la mañana, sin problema. Lo hago. Desayunar fruta en lugar de zurrapa, adelante. Puedo con eso y con más. Pero que te vuelquen la botella de vino sobre la copa y levantar la mano y decir: no, no, estoy bien. No quiero más. Yo eso no sé lo que es.

Porque, además, la gente que controla, juzga. Yo creo que ahí está su fuerza. Ahí está el secreto. Controlan para criticarte. Beben un poquito. Te calientan. Te acompañan. Ya uno pierde pie. Ya uno, ya da igual. Porque a la vida hemos venido a darlo todo. Yo ya me tomo dos copas de vino y quito las alarmas del móvil del día siguiente. Ya me aflojo el cinturón. Ya empiezo a pensar si tengo ibuprofeno y B12 en casa. Yo me lanzo a la tragedia como un niño a la piscina de bolas. Yo me lanzo a la tragedia como Demis Roussos se lanzaba a las papas aliñás. Yo soy la tragedia.

Por eso, cuando conozco a alguien que bebe, pero controla, no siento admiración. Siento recelo. ¿Y por qué os cuento esto hoy? ¿Acaso me estoy ya justificando? Que digo yo que a lo mejor estáis pensando: Esto lo dice Agredano porque hoy en Sanlúcar va a encabezar la primera conga a las tres de la tarde. Y la respuesta es: sí.

Ha sido un año intenso. Ha sido un año de confianza, de risas, de muchas mañanas aquí. Ha sido un año de aprendizaje, de complicidad, de felicidad. Ha sido un año de vida. Y la vida se celebra. Alzando la copa. Dando las gracias a quien te quiso bien. Que a lo mejor hoy a la hora del café para entenderme tienes que usar el Google Translate, pues a lo mejor. Pero que nadie me quite el entusiasmo y esta ingenua y hermosísima alegría. Salud y gracias.

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