'Crónicas perplejas': “Echo de menos aquellas salas pequeñas, donde pasábamos las tardes de domingo"

Habla Antonio Agredano del cine y de los Premios Goya

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Antonio Agredano, sobre los Premios Goya en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Córdoba es un cementerio de cines. Como mi ciudad, otras muchas. A veces, cuando paseo por sus calles, me acerco a aquellos enormes locales cerrados. Fui feliz frente a esas pantallas. Haciendo cola para sacar la entrada. Cogiendo la mano de mi novia en las incómodas butacas. Eligiendo película en la página de cartelera del periódico. Eran tiempos diferentes, no sé si mejores. Pero a veces me puede la nostalgia.

Los cines han cambiado. Han sido expulsados del centro. Se han ido a las afueras, a los centros comerciales. Los coches en el parking, cubos de palomitas gigantescos, superhéroes y ruido. Me cuesta ir. Prefiero encender la televisión. Elegir perezosamente entre miles de películas. Ponerme alguna y dormirme a los veinte minutos.

Cerraron mis salas preferidas y también bajaron la persiana de mi entusiasmo. Menos mal que a veces encuentro alguna joya que me reconcilia con este arte. Películas que me atrapan y me sacan del letargo cotidiano.

Vi los Goya casi de pasada. Nunca he creído en los premios. Me cuesta pensar que la creatividad puede empequeñecerse hasta el punto de caber en una estatuilla. El cine es algo mucho más grande. El cine está presente en algunos de los días más felices de nuestras vidas.

Veo a los actores y actrices en la alfombra roja. Pongo atención a sus discursos. Me alegro por los que alzan el premio, miro cómo los derrotados sonríen de forma forzada. Me prometo a mí mismo ver alguna película de las que allí se nombran.

Pero echo de menos aquellas salas pequeñas, a pie de calle, donde pasábamos las tardes de domingo. Películas que nos acompañarán ya durante el resto de nuestras vidas. Lejos de los focos, lejos de las fiestas, lejos de los canapés, me quedo con aquella hora y media de silencio. El cine siempre será para mí como una ventana al corazón de los demás. Esa es su magia. Y para eso, ningún premio es suficiente.

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