'Crónicas perplejas': “Taylor Swift tiene una historia de superación y su música tiene esa épica"

En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

No podría tararear ninguna canción de Taylor Swift. Este fenómeno me ha pillado completamente desprevenido. La música es así de caprichosa. Hay malas canciones que nos emocionan y tours mundiales que nos pasan desapercibidos. A veces entramos en bucle con un viejo LP y otras veces nos lanzamos a cualquier cosa nueva que nos ofrezca el Spotify. Yo estoy en una época nostálgica y ruidosa. Lo confieso.

Taylor Swift tiene una historia de superación y su música tiene esa épica. Puede servir de ejemplo e inspiración

Lo que sí entiendo perfectamente es la idolatría. Vivirse en otras vidas. Y Taylor Swift tiene una historia de superación, un camino de la fragilidad a la aspereza. Su música tiene esa épica. Desde la timidez, desde cierta apatía vital, hasta la venganza y el ajuste de cuentas con su pasado. Más allá de las guitarras y los micrófonos, siempre hay una historia. Un relato que puede servir de ejemplo e inspiración para muchos.

Hace tiempo que no voy a conciertos. Me hice viejo para las largas colas y las aglomeraciones. Pasaron mis días de festivales, de tiendas de campaña, de beber hasta la madrugada. Todo tiene su tiempo. Para mí, al menos.

Pero me gusta ver a toda esa gente nerviosa por ver a su cantante preferida. Me gusta sentir su pasión, su ilusión y su locura en torno a la música. Porque al final, y ese es el milagro, solo se trata de canciones.

De esas canciones que siempre están a nuestro lado. Aunque las luces se hayan apagado, aunque el día haya sido largo y amargo, aunque las urgencias nos hayan sepultado. Llegamos a casa, le damos al play, y por unos minutos nos sentimos acompañados por una voz que canta para nosotros. Una voz que se rompe por nosotros, que pronuncia las palabras exactas que necesitamos escuchar.

Porque somos las canciones que nos hicieron bailar, saltar o llorar. Porque somos las canciones que giran en nuestro corazón, ese tocadiscos íntimo; nuestra memoria es un vinilo donde se suceden versos y acordes.

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