Para Pedro el caos parlamentario es tierra firme, Puigdemont es un aliado fiable y gobernar equivale a quitarse de en medio
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del lunes 18 de noviembre
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Cuando el Gobierno despertó de la pesadilla de la dana, Carles Puigdemont seguía allí. En el mismo monte, sin bajarse. Una cosa: yo sé que cuando digo “Puigdemont”, me arriesgo a que cambies el dial. Pero tenemos que seguir hablando de Puigdemont por una poderosa razón: porque sigue siendo el tipo que manda de verdad en España. Si tú que me escuchas estás deseando que se vaya Pedro Sánchez, entonces te interesan los planes de Puigdemont. Y si eres de los que quieren que Pedro se quede, entonces también te interesan los planes de Puigdemont.
¿Cuáles son esos planes? Pues muy fácil: subir el precio de su apoyo al Gobierno al máximo. Más allá de cualquier línea roja que aún quede por traspasar. Ya consiguió la infame amnistía, aunque sigue esperando que el Tribunal Constitucional de don Pumpido se invente un argumento de derecho creativo para aplicársela a un malversador como él, cosa que ha vetado el Supremo. Pero mientras espera su impunidad total, el líder de Junts ha decidido seguir exprimiendo a Pedro hasta que hablen catalán en la intimidad él y toda su familia. Ahora pide la condonación del déficit de la Generalitat catalana, administración que ya habría quebrado hace años, por culpa de su lamentable gestión y su despilfarro en la causa separatista, de no ser por la solidaridad del Estado. O sea que Esquerra ya le arrancó a Sánchez los 15.000 millones de la condonación de la deuda, y a esa cifra quiere sumar Junts los 22.000 millones en que ellos cifran el déficit fiscal de España con Cataluña. Para la reconstrucción de Valencia o los trenes extremeños o las inversiones en Canarias ya si eso destinamos la calderilla.
Tenemos que seguir hablando de Puigdemont por una poderosa razón: porque sigue siendo el tipo que manda de verdad en España"
Copresentador de Mediodía COPE
Puigdemont pide porque puede. Porque Pedro aceptó ser su rehén cuando quiso seguir de presidente pese a haber perdido las elecciones. Y Junts no va de farol: ya ha tumbado varias leyes de este Gobierno impotente que cumple un año sin ser capaz de aprobar un plan fiscal ni un techo de gasto ni unos presupuestos ni una ley migratoria. María Jesús Montero no es capaz de poner de acuerdo a Esquerra con Junts ni a Bildu con el PNV ni a Sumar con Podemos. La derecha independentista vasca y catalana no quieren que se prorrogue el impuestazo a las energéticas y a los bancos, y los socios de extrema izquierda plurinacional quieren más impuestos para esos sectores y para todo el mundo en general: les parece poco el esfuerzo tributario que están haciendo ya las clases medias para sostener este tinglado. Así que es normal que Montero se esté quemando en esa negociación, porque los intereses de esa macedonia de partidos son incompatibles entre sí. España está paralizada. Aquí solo hay una cosa que se mueve: el avión de Pedro, que ya está en Brasil.
Hace un año que Pedro Sánchez fue investido con los votos de Puigdemont. Pero la mayoría de investidura está rota y solo se ha reunido puntualmente para repartirse
privilegios: sillones en la tele pública y la amnistía frente a la acción de la Justicia. Al poco de ser investido, Pedro Sánchez publicó un libro, naturalmente escrito por otra persona, titulado “Tierra firme”. Se conoce que para Pedro el caos parlamentario es tierra firme, Puigdemont es un aliado fiable, gobernar equivale a quitarse de en medio y coleccionar imputaciones en casa es una credencial de progresismo.