Lucrecia, la anciana de 90 años que cada día hace 30 minutos de bici estática mientras reza el Rosario

Lucrecia es una "madre luchadora con una fe inquebrantable y siempre de buen humor". Ella es la protagonista de 'Almas' en 'TRECE al día'

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Redacción TRECE

Publicado el - Actualizado

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Lucrecia tiene 90 años y cada día se levanta temprano para ir a Misa y desayunar con sus amigas. Estos días de confinamiento está sola, y su hija María Luisa temía que pudiera estar más triste de lo habitual al ser tan activa. Hoy nos lo cuenta en "Almas", la sección de "TRECE al día" en la que reconocemos a personas anónimas con un alma solidaria.

"Mi madre se está enfrentando a esto como a todo en la vida, con fuerza y sin querer preocupar a los demás. Le dije que no dejara de estar activa porque iba a estar mucho tiempo sin salir y le duelen las piernas. y ha vuelto a la bicicleta estática. El primer día hizo 10 minutos, pero desde el segundo día, ha hecho 30 minutos todos los días, y ha arreglado su casa. Siempre me dice que no tiene tiempo para todo lo que tiene que hacer, rezando por la gente, limpiando su casa y con su bicicleta, esa es mi madre".

Junto a María Luisa, hablamos con Lucrecia, "Cuando murió mi marido pensé en deshacerme de la bici, pero luego creí que podría venirme bien a mí también. Ahora todos los días, antes de la misa o después hago media hora de bici que es justo lo que lleva rezar un Rosario, y así gano tiempo para las dos cosas". Lucrecia confiesa en TRECE que siempre ha tenido muy buen humor y ha sido muy trabajadora. "He tenido que hacer muchas cosas, por eso me gusta madrugar y no perder el tiempo".

Unas cualidades que conoce muy bien su hija María Luisa que la define así: “una madre luchadora, con una fe inquebrantable, trabajadora hasta la médula que sabe disfrutar de su silencio y de su tiempo. A la que le gusta leer, le cuesta recibir ayuda y que siempre será un modelo y una referencia para todos nosotros”. Ante estos cumplidos, Lucrecia afirma que "mis hijos tienen un concepto demasiado alto de mí, sólo ven alguna virtud y los defectos que tengo los pasan por alto. Han sido siempre así. Siempre están muy pendientes de mí, mi hija me llama tres veces al día, no puedo estar más satisfecha del comportamiento de mis hijos. Mi hijo viene a verme los martes y los jueves cuando sale de trabajar, está un rato conmigo, le cuento cómo estoy, charlamos un poco y ya está. Me siento muy feliz”, concluye.

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