Schlichting: "Sánchez hizo una versión light del Aló Presidente"

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Hala, ya está, ya tenemos elecciones. El fin de semana pasado le exigían a Sánchez que lo hiciese, y aquí está la fecha. Ha ocurrido exactamente como predecíamos: cuando las encuestas se lo aconsejan. Dicen los sondeos que del misérrimo resultado anterior, sus 84 escaños, podría pasar a 120, gracias a la ruina de Podemos, que se precipita en las encuestas.

Porque allí, en la nave morada, hay un vacío pavoroso. Del puente de mando han echado hasta al Tato, desde Carolina Bescansa hasta Íñigo Errejón, y el jefe está de baja maternal, sí, maternal, porque en Podemos las cosas se dicen en femenino. La pobre Irene Montero ayer convocaba campaña como podía, que es fatal ser lideresa y consorte del jefe que has dejado en el chaletón, como los Ceacescu, o los Mao. Hizo lo que pudo y ojo, ojo, que ya mencionaba la competencia con Ciudadanos por el amor de Sánchez.

Pedro aspira a gobernar con los mismos apoyos mostrencos de esta legislatura o camelar a Ciudadanos con un argumento de sirena: si tú dejas a Vox, yo dejo a los independentistas.

El argumento de la derecha es al revés: hay que unirse para que no se repita lo que hemos padecido. Casado capitalizaba la manifestación de Ciudadanos, Vox y PP el pasado domingo:

La ventaja de Sánchez es que es un camaleón al que la verdad no molesta. Así que puede decir en campaña una cosa y su contraria. Por ejemplo, primero se apoyó en los nacionalistas para gobernar, ahora ha escenificado una ruptura mortal con ellos. Primero abominó de Podemos y luego se hizo partidario de camelarlos, como el alma hermana echada al monte. Primero dijo que no gobernaría con los presupuestos de la derecha y después no sólo los ha usado, sino que se atribuye sus logros, por ejemplo la subida del empleo o de los sueldos de los funcionarios, que estaban pactados con Fátima Báñez del PP. Primero eran muy buenos los inmigrantes y había que acoger al Acuarius con orquesta en el puerto, después dejó a la deriva al Nuestra madre Loreto cuando los inmigrantes ya no le interesaban. Es el principio marxista, de Groucho Marx, “no se preocupe, si no le gustan mis principios, tengo otros”. Ayer, en la rueda de prensa mítin en la que anunció lo del 28 de abril, no contestó a las cinco preguntas que permitió, entre ellas la de qué le parecía el juicio del procés. ¿Por qué no lo hizo? Porque no quería dejar con el trasero al aire a los independentistas, pero tampoco que se le viese el plumero de los futuros pactos con ellos.

La cita fue una versión light del Aló Presidente de Chaves, ese programa tostón en el que el dictador venezolano afligía a las masas con seis horas de perorata, al estilo Fidel.

Porque hay que ser mediocre para negarle a Mariano Rajoy las dos únicos logros incuestionables de su presidencia, a saber, sacarnos de la crisis e implementar el artículo 155 para parar la rebelión. Sánchez se atribuyó ambas cosas: la mejora de la situación económica y pacificación con la Generalitat. Así no vamos los españoles a ninguna parte, siempre descalificando al contrario.

“Diálogo” es una de esas palabras vaciadas a fuerza de sobeteo. El “diálogo” de Pedro ha llevado a la mesa de partidos y al relator. Y a esto lo llama este señor “centrarse”.

Afirma que deja al país recuperado de la “crispación” sembrada por la derecha y resulta que está la nación partida en dos. Con la izquierda y los independentistas del bracete y el resto del arco parlamentario estigmatizado por “fascista”. Pedro Sánchez ha resucitado el clima de la República.

Ahora nos va a vender más palabras usadas: que él es el “centro”, que nos ofrece el “futuro social” -con unos presupuestos cuyas cuentas no salen- y que garantiza la “calidad democrática”, después de haberse palmeado con Torra. Del falcon, de la tesis copiada, del Aquarius, del relator, nada.  

En fin, comienza el baile, que además nos va a pillar de vacaciones de Semana Santa y sin ganas de mítin. Mañana salen las primeras encuestas. Gad3 saca estudio y vendrá a este programa Narciso Michavila a leernos los primeros datos.

Entretanto la campaña electoral se mezclará con los ecos del juicio al golpismo secesionista. TV3 tiene programación monotemática -con tu dinero y el mío- y explica todos los días el sufrimiento de los pobres golpistas, lo buenos y normales ciudadanos que son y lo raro que es que en Europa personas tan ejemplares estén en el banquillo y puedan tener graves penas de cárcel. Yo prefiero recordar a todas las personas hostigadas durante los sucesos de octubre del 2017 en Cataluña. Por ejemplo, esa funcionaria del Estado que fue asediada en la Consellería de Económica y que tuvo que salir por el tejado. Esos guardias civiles que la custodiaban y cuyos coches quedaron destrozados. Esos policías que viajaron de toda España y se pasaron 50 días allí, en el barco del puerto o en hoteles donde los nacionalistas les hacían la vida imposible y los escracheaban. Esos ciudadanos que aguantaron todo el día aterrorizados la escena de la turba que montó piquetes en torno a los colegios del referendo falso, amenazando con romper España y que pudo haber conseguido un baño de sangre. Toda esa gente encuentra justicia ahora. Y a mí me da mucha alegría y satisfacción.

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